En el trabajo con niños o adolescentes es necesario adaptar la intervención. Esta adaptación responde a la necesidad de crear un entorno en el que se sientan comprendidos, aceptados de manera incondicional, y por tanto seguros. Por otro lado esta adaptación vendrá condicionada por sus habilidades, principalmente derivadas por su desarrollo. Es decir, la intervención respeta el momento madurativo.
Para ello, el trabajo es mayoritariamente no verbal, haciendo uso de técnicas basadas en el juego.
Otro de los factores diferenciadores en la intervención infanto-juvenil hace alusión a la necesaria implicación de los padres o cuidadores. Para que los niños o adolescentes puedan desarrollar nuevas formas de relación, también los padres o cuidadores tienen que cambiar su forma de relación.
En este trabajo conjunto vemos más allá de lo que observamos, le damos un significado a lo que parece no tenerlo.